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Hacia un futuro con ‘cero’ emisiones

Cada vez más compañías incorporan planes de movilidad sostenible como parte de su RSC

En un territorio en el que habitan 512 millones de personas y en el que se estiman más de 500 coches por cada 1.000 habitantes no es de extrañar que el transporte sea el responsable de más del 30% de las emisiones de CO2 en la Unión Europea. Un porcentaje alarmante que adquierió especial transcendencia durante la celebración de la Semana Europea de la Movilidad.

A través del impulso del Ministerio para la Transición Ecológica, anualmente tenemos esta cita con el fin de promocionar e impulsar medidas de transporte sostenible. En la última edición, se pusieron de relieve dos ambiciosos objetivos que la Comisión Europea ha establecido en materia de movilidad en las ciudades. Por un lado, eliminar en 2050 los coches de combustibles convencionales en los centros urbanos y por otro y más a corto plazo, avanzar hacia una logística urbana sin emisiones en las principales ciudades para 2030.

Estos retos implican modificar el modo en el que nos relacionamos con nuestro entorno, así como los hábitos de consumo en materia de movilidad. El concepto de coche que tenemos hoy en día ha cambiado radicalmente y el modelo de transporte urbano ha evolucionado a una ruptura con la dependencia del vehículo privado. Nos encaminamos a crear ciudades con menos congestión, menos tiempo perdido buscando plazas de aparcamiento y menos gastos al mes asociados a los costes fijos de tener un automóvil propio, como pueden ser el garaje o las revisiones. Ciudades con medios de transporte alternativos, servicio de coches y motos de alquiler, así como de patinetes que han cobrado un gran protagonismo en las calles.

La innovación y la tecnología son motores de la movilidad sostenible. Cosas que solo parecían propias de una película de Hollywood como los coches autónomos o los vehículos conectados, ya son una realidad. Nuestros automóviles serán capaces de conducir de manera segura sin conductor, identificar las rutas más rápidas y calcular los tiempos de llegada a través de una conexión 5G o 6G. Y todo ello, ofreciendo una renovación de flotas por otras opciones más responsables con el medio ambiente como vehículos eléctricos, gas natural, gas licuado o inclusive de tecnología híbrida.

No podemos plantearnos un futuro sin movilidad sostenible; reducir las emisiones de todos los países es un reto mucho más cercano de lo que parece. Los organismos públicos tienen un papel crucial pero la labor de las compañías también es muy importante. Ya son muchas las que han incorporado un Plan de Movilidad Sostenible como parte de su estrategia de RSC y toman medidas para minimizar el impacto de su actividad del transporte en el medio ambiente, contribuyendo así con la consecución de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y en especial al ODS 11, Ciudades y Comunidades Sostenibles.

¿El objetivo? Aportar valor a la sociedad y servirle de ejemplo en el desarrollo de espacios urbanos inclusivos, seguros y sostenibles. Las empresas hemos comenzado a dar un paso firme hacia la descarbonización del transporte siendo capaces de satisfacer a nuestros clientes a la vez que reducimos el porcentaje de emisiones de CO2, nitrógeno y partículas. En nuestra mano está también la solución. Una solución que debe ser global e implicar a todos los agentes sociales, porque todos somos conscientes de que reducir la contaminación es uno de los grandes desafíos de las principales ciudades españolas, pero para conseguirlo, necesitamos el compromiso de todos los actores implicados en la movilidad sostenible: particulares, empresas, instituciones y administraciones.

Lo fundamental es que no se trate de actos aislados, sino que se enmarque en una hoja de ruta más amplia y ambiciosa que cuente con la colaboración público-privada como herramienta de largo alcance para establecer una política sostenible.

Tenemos mucha oferta en el mercado de la automoción, pero todavía España carece de las infraestructuras necesarias, especialmente en energías alternativas como el gas, y existe incertidumbre desde el punto de vista regulatorio. Es necesario apuntar a la renovación de flotas y el fomento de una movilidad alternativa al coche privado y el uso del transporte público. No solo por el impacto de los vehículos convencionales sobre nuestro entorno, sino también por sus consecuencias para la salud.

En este nuevo paradigma, los peatones han vuelto a cobrar protagonismo en muchas ciudades y hábitos como caminar e ir en bicicleta son modos activos y cruciales para el futuro de nuestras ciudades. Poco a poco, los centros urbanos empiezan a considerar las implicaciones de la planificación urbanística e infraestructuras en la movilidad y cuentan con espacios seguros y cómodos para los modos activos de transporte puesto que las ciudades se transforman, si en ellas predomina la movilidad activa.

Habitamos en un mundo en el que la mitad de la humanidad, 3.500 millones de personas, vive en las ciudades y se prevé que esta cifra aumentará a 5.000 millones para el año 2030. La movilidad de las ciudades ha cambiado mucho en los últimos años y nuestro planeta debe hacer frente a numerosos desafíos. El compromiso por la movilidad sostenible es un buen comienzo para esta primera etapa que nos augura un gran futuro.

 

José Carlos Espeso es Coordinador de Movilidad Sostenible de Calidad Pascual.

Fuente: www.cincodias.elpais.com

23/10/2019

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